LA FRASE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS


Hace 12 días, el 17 de abril, escuchamos la frase que ningún padre quiere oir jamás: "haceros a la idea que aquí ya no queda nada". 

En ese momento estaba en la semana 36 de gestación. Esperábamos con toda la ilusión del mundo a nuestra primera hija, Júlia. Ya lo teníamos todo preparado, y para nosotros ya podía nacer, ya que pesaba más de 2 kg y medio. Lo que nunca hubiéramos pensado es que moriría antes de nacer.

Llevaba dos días sin notarla de la misma manera. Siempre había sido muy guerrera y eso me gustaba. Decidí comer más chocolate de la cuenta a ver si eso la hacía despertarse, pero lo único que obtuve como respuesta fueron contracciones y, seguidamente un bulto que salía en la parte derecha de la barriga.
  
Inocentemente, Marcel y yo fuimos a urgencias con la intención que nos enviaran rápidamente a casa, porque pensaba que seguramente serían las típicas preocupaciones de una madre primeriza. Pero, después de colocarme los monitores y buscar el latido a través de diferentes ecógrafos, nos dieron la peor de las noticias. "Júlia ya no tenía latido". A partir de allí, ya no escuché nada más. Salimos del hospital a las 9 de la noche destrozados y con un futuro roto. 

Decidimos, estando los dos en shock y sin poder reaccionar mucho, bajar a Barcelona e ir a nuestra mutua, donde nos habían llevado todo el embarazo. Allí nos volvieron a confirmar esa frase que no queríamos escuchar más. Entonces, nos derivaron a la Maternitat de Barcelona (hospital concertado especializado en casos de muerte perinatal), ya que ellos no se podían hacer cargo de las costosas pruebas que nos tendrían que hacer a Júlia y a mi.

Antes de irnos, apareció nuestra ginecóloga. La habían llamado para explicarle qué nos había ocurrido, y sin pensárselo mucho vino a las 11 de la noche corriendo desde su casa. !!!Nuestro ángel de la tierra apareció!!! Con lágrimas en los ojos, nos explicó el protocolo por el que tendríamos que pasar y, su abrazo de despedida, me dio fuerzas para salir andando hacía la clínica. Antes de irnos, lo único que se me ocurrió preguntarle fue cuánto tendría que esperar para quedarme otra vez embarazada. Ahora lo pienso y le pido cada día perdón a mi hija. Estaba pensando en otra vida dentro de mi, teniéndola a ella en la barriga. Supongo que fue una reacción involuntaria para no afrontar la realidad por la que estábamos pasando. 

"Perdona'm Júlia, et vaig estimar des del primer dia que vaig veure les dues ralletes. T'estimo perquè has sigut la millor filla dins la panxulina. M'has fet tenir un part respectat. I ens hem acomiadat amb molt d'amor i pau. T'estimaré sempre petita!"

Volvimos a entrar en un hospital, está vez el definitivo, y a la 1 y media de la madrugada empezó el final de toda una ilusión. Amniocentesis y extracción de 8 tubos de sangre. Yo no pude ver lo que me hacían. Solo quería cerrar los ojos y que todo pasara rápidamente. Ahora entiendo que eso no era posible, no me podía saltar fases del proceso, porque sinó el duelo no lo estaría pasando de la misma manera. 

A las 3 de la mañana, nos subieron a una habitación privada, y allí pudimos descansar. Paradójicamente, dormimos toda la noche. Supongo que inconscientemente, sabíamos que venían días muy largos. Al día siguiente empezaríamos la inducción al parto.

A las 9 del dia siguiente nos despertamos y lo primero que hicimos fue llamar a nuestros padres. Vinieron rápidamente y a día de hoy, aún no se han separado de nosotros. Eran y seran siempre los abuelos de Júlia. !Qué decir!

Ese día empecé tomando pastillas orales cada 3 horas para poder dilatar. Pero durante todo el día no dilaté ni un centímetro. Algo dentro de mí se alegraba cuando me lo contaban, ya que tenía pánico al momento. No me quería separar de mí hija, aunque sabía que en algún momento iba a ocurrir. Por el bien de las dos así tendría que ser.

Pasamos el día rodeados de familiares y muy entretenidos. El hospital, en este caso, dejó que estuviéramos todos juntos. Entendieron que en momentos así,  necesitas a tus allegados muy cerca. Marcel no paró de hacer llamadas y preparar el entierro de nuestra hija. Nunca nos hubiéramos imaginado pasar por una situación semejante. Despedirse de tu hija no es ley de vida. 

Allí, en esa planta empezamos a ver la realidad de la muerte perinatal. No éramos los únicos ingresados con un final doloroso. Con los días, y leyendo mucho, he descubierto que 1 de cada 4 embarazos acaba en muerte gestacional. Pero eso me sigue sin consolar, porque nadie quiere ser este 1 de 4. ¿verdad? 

A la mañana siguiente me hicieron una exploración y me introdujeron "bastoncitos" dilatadores. Me los pusieron con mucho mimo y respeto, ya que estaba muy tensa y dolía mucho. ¡¡Pero empatizaron tanto!! Supongo que pensarían que ya estaba pasando bastante dolor emocional cómo para que también tuviera un dolor físico.  

Ese día también hicimos el tratamiento de pastillas cada 3 horas pero esta vez fueron vaginales. Repito, las iban introduciendo cuidadosamente y si veían que me dolía, dejaban de explorar. !Qué suerte tuve con el equipo de ginecología!.

A las 7 de la tarde nos visitó nuestra ginecóloga de la mutua, Gemma, nuestro ángel de la tierra. En ese instante, el ambiente que se creó fue de tranquilidad y mucha paz. Quería saber cómo estábamos y nos volvió a recomendar que la viéramos una vez naciera. Nos dio tanto apoyo emocional, que a partir de ese momento empecé con contracciones más fuertes. Supongo que me relajé y mi cuerpo empezó a funcionar.

Ningún profesional quería verme sufrir físicamente, así que me animaron a bajar al paritorio para empezar a empujar. Pero yo quise aguantar lo máximo en la habitación, porqué estaba rodeada de familiares y, porqué  no quería que mi embarazo, ese tan bonito y que disfruté tanto durante 8 meses, acabase. 

Entre mi prima y mi cuñada me contaban las contracciones, mientras yo respiraba tranquilamente y aguantaba el dolor. Me monitorizaron. Aún recuerdo como estaban todos observando las contracciones que iban saliendo en el papel. Pero en un momento dado dije basta y toda la trupe bajamos hasta el paritorio. Teníamos que afrontar tarde o temprano la realidad. 

El paritorio no era nada parecido a lo que imaginábamos. Marcel y yo nos miramos y pudimos comprovar lo que llevábamos dos días pensado. Era todo lo contrario, nuevo, luminoso, estábamos en un ambiente de paz y todo preparado para traer al mundo a nuestra hija y podernos despedir de ella como merecía. 

Marcel y mi madre no se separaron de mí en todo el parto. Bueno, Marcel durante un momento, pero eso es una de las anécdotas graciosas que nos guardamos para nosotros.  

Me pusieron la epidural, calmantes y me extrajeron los bastoncillos. Estaba dilatada de 6cm. En ese instante el cuerpo de mi hija empezó a salir. ¡Me lo puso tant fácil! y las profesionales respetaron la naturaleza del cuerpo humano. ¡Cuánto lo agradezco a día de hoy! 

No fue el parto que siempre imaginé, ya que no hubo llantos, ni mi hija se agarró a mi pecho, pero fue un parto respetado y bonito.

En ese instante nuestros cuerpos se separaron por primera vez después de 8 meses de amor y vivencias juntas. El 20 de abril a las 00.22h.

La comadrona se la llevó para prepararla y que la pudiéramos conocer físicamente, porque en realidad Marcel y yo ya nos habíamos presentado a nuestra hija meses antes, y le habíamos cantado, acariciado, amado.

La comadrona entró y solo nos pudo decir: ¡¡¡es una niña guapísima!!! ¡Qué  razón tenía! 2,900kg de ternura y amor. Estuvimos con ella hora y media. Nos hicimos fotos y pudo entrar toda la familia que llevaba dos días acompañándonos en el hospital.

Alba, la comadrona, nuestro otro ángel de la tierra, nos acompañó en todo momento, dejando el tiempo y el espacio que quisimos. También  nos entregó  una caja de recuerdos con el gorrito, la pulsera y cartulinas con las huellas de los pies y de las manos de Júlia. Bonitos recuerdos que guardamos para siempre junto a las fotografías del paritorio y de todo el embarazo.

Después de hora y media de mucho amor y sobretodo de paz, porque cuando te recomiendan que veas a tu hijo, te imaginas lo peor, pero una vez lo tienes en tus brazos, no puedes dejar de admirarlo, de contemplarlo y de sonreír; nos despedimos de ella y ahora sí,  nuestros cuerpos se separaron por segunda y última vez.  

Estuvimos dos noches más ingresados. El tiempo que hiciera falta, nos decían. A mí ya me iba bien, porque en esa habitación, la 101, me había creado una burbuja de la que no quería salir. 

La mañana que decidí que era momento de enfrentarse a la vida real, apareció una enfermera que no habíamos visto durante los 4 días de ingreso. Y, Sin ella saberlo, fue el motor que nos ayudó a poder salir de allí sin lágrimas en los ojos y felices porque habíamos sido y, lo seremos para siempre, padres de nuestra hija Júlia.

Hacía 3 años que ella había perdido a su hijo en la semana 35. Empatizó mucho con nosotros y entonces le explicamos las dudas que nos habían surgido durante esos días. ¿Nos podemos sentir padres? ¿Cómo tenemos que actuar delante de la gente? ¿Otro embarazo es sinónimo de sustitución? ¿Cómo recordar para siempre a nuestra hija? ¿Podemos decir que es nuestra primera hija? 

Nos fue resolviendo todas nuestras dudas y, esa conversación, que aún tengo grabada en la mente, fue nuestra esperanza para seguir adelante.  

Con los días te sigues haciendo preguntas, te culpabilizas, lloras, ríes y vuelves a llorar. He leído muchísimo sobre la muerte perinatal desde que volví a casa, y he descubierto testimonios desgarradores que dejan aún más secuelas de las que ya tienes. Estoy deseando participar en grupos de padres y madres que han pasado por lo mismo, sentirme comprendida, y hacer que deje de ser un tema tabú.

El tiempo calma, te enseña a vivir con el dolor, te hace volver a sonreir, pero la cicatriz  que deja la muerte de tu hijo/a nunca se va. Siempre he intentado sacar el lado positivo de una experiencia o analizar en profundidad el porqué de aquello. Ahora sé que Júlia vino al mundo para que conociéramos a nuestra ginecóloga, ya que la primera vez que fuimos a su consulta estaba embarazada de 8 semanas. También sé que ella eligió la Maternitat para nacer. Un sitio preparado para la muerte perinatal, sobretodo profesionalmente.

En este centro, si es un caso de muerte gestacional, colocan una mariposa en la puerta para que todos los profesionales que entran en la habitación lo hagan con una sensibilidad difícil de describir. Tienen escrito un protocolo preparado con mucho tacto, y también, dejan que te rodees de toda la gente que necesites en ese momento.

Doy las gracias, y las seguiré dando siempre, porque aunque nos tuvimos que despedir de nuestra hija, lo pudimos hacer a nuestro ritmo, con respeto, amor y mucha paz. 

También doy las gracias a todas esas personas que estuvieron con nosotros, estan y estaran siempre. A aquellas que consideran a Júlia nuestra primera hija, a aquellas que la han querido y la querran siempre, a aquellas que nos ayudaran a no olvidarla, a aquellas que se alegraron por el embarazo y lloraron por su marcha. 

Y especial mención a Marcel, porque gracias a Júlia, he podido comprovar que es el mejor compañero de vida!

Os quiero. 


Comentaris

  1. Marcel, Mònica i Júlia, moltes gràcies per compartir el vostre amor amb nosaltres, amb mi.

    Gràcies pel dia en què vas venir a cole amb la notícia de l'embaràs, Mònica.
    Gràcies per compartir una llarga estona amb nosaltres a Tuixent i acceptar amb el millor sentit de l'humor les nostres (bastant meves) brometes i comentaris, Marcel.
    Gràcies Júlia per la catarsi de sentir massa propera la mort perinatal.

    Sóc egoista i poc empàtica pq ploro desconsolada sense poder-vos abraçar?

    Ens queda molt camí per fer, molt per aprendre sobre el dol i la mort perinatal. Potser se us fa estrany però us felicito per afrontar la mort amb aquesta aparent dolçor i serenitat.

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  2. Monica i Marcel: la Julia sempre serà la vostra millor estrella, reflectint amor i enlluernant el nostre món. Gràcies per ser tan bona mare i bon pare. Us admiro! Una abraçada ben dolça!
    Mercè Llaquet

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  3. Us admiro Mònica i Marcel!!! Sou molt valents.......... La Júlia sempre serà la estrella més brillant del cel. Una abraçada molt forta per tota la família.

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  4. Mònica i Marcel,
    una forta abraçada amb tot el meu cor. Sou un gran exemple d'amor, força i valor, juntament amb les vostres famílies.

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  5. "Per la Júlia, la meva neta estimada"
    Aquestes paraules van dedicades a tú, que ens has portar a la família una felicitat inmensa I encara que sol t'hem pogut gaudir aquestes intenses 36 setmanes, vull que sapigues que sempre has sigut, ets I seràs la llum que més brillarà als nostres cors.
    Tens els millors PARES del mon que podies tenir, t,has cuida't I estimat desde el primer segon de vida.
    Per això et dono les gràcies per la felicitat que ens has portat, I encara que en aquests moments escric aquestes paraules amb tot el dolor del mon per no poder tenir-te fisicament amb nosaltres, I amb el cor trencat de veure els teus pares sense tú, se que amb la teva llum I amor sempre els il.luminaràs.
    Gràcies petita Júlia, el nostre estel, la meva neta estimada .

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  6. Molts ànims. La meva Estel estarà amb la teva Júlia. Nosaltres la vam perdre fa només una setmana i entenc tot el que expliques. Jo també preguntava: quan podré tornar-me a quedar embarassada?
    No et sentis culpable. Ningú podrà substituir a les nostres nenes. Elles són estrelles úniques! Molta Llum guapa!

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    1. Moltes gràcies per les paraules, Maria. Cada nit abans de dormir li demano a la Júlia que rebi els bebesestrella com segur l'han acollit a ella. No dubto que l'Estel i la Júlia deuen estar juntes. Que les nostres petites ens donin molta força per seguir endavant. Una abraçada!

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  7. Una abraçada molt forta. Nosaltres vam tenir una pérdua a les 13 setmanes. Com bé dius, ningú vol ser el 1 de 4. Després hem tingut 2 filles més que no han ocupat el seu lloc ni l’ocuparà mai. Em cauen les llàgrimes de llegir la vostra historia, però em quedo amb que heu tingut un comiat bonic, un part respectat. Això ajudarà a tenir un record macu. És important. I sí sou pares, sí és la vostre filla. Parleu d’ella. Molta llum

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  8. Lliscarem per Tuixent pensant amb la petita Júlia.... Família molts ànims i força...
    Sara, Joan Marc, Roc i Jou.

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  9. Després de llegir-te m'he posat a escoltar en bucle "En què estrella estarà". Penso que estàs seguint un bon camí per assumir el que estàs vivint i encarar l'endemà amb esperança i il·lusió. Una abraçada per tots dos.

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  10. Una abraçada ben forta a tota la família. Gràcies per compartir les vostres vivències amb tanta valentia, sinceritat i molt d'amor. La vostra "petita amb llum" ens dona lliçons d'amor i esperança. Emociona llegir quanta humanitat hi ha en les vivències d'aquest camí, amb l'imprescindible i fantàstic suport de la família i de persones que us han acompanyat, més enllà de la professionalitat, amb una ètica exquisida. Molta força ❤️

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  11. Hola Mònica i Marcel;
    Fa 12 dies vàrem perdre el nostre petit, “el petit del meu cor”, a les 24 setmanes i desprès de llegir el vostre blog ens hem sentit bastant identificats.
    És una llàstima que aquest tema sigui tan tabú i que no llegim res d’això fins que ens hi trobem.
    Crec que ens falta molta informació al respecte i en aquests moments tan durs, ens toca decidir coses que potser no pensem amb claretat.
    Estic d’acord que tot i el trist final, vàrem ser feliços.
    Fins i tot, l’estoneta que vam estar els tres junts ens va sortir algun petit somriure.
    No canviaria aquest moment per res del món!
    Tinc por que la gent del nostre voltant i nosaltres mateixos l’oblidem, ja que només nosaltres dos vam tenir la sort de poder-lo conèixer i no tenim cap record de l’hospital.
    Espero que la Júlia, l’Estel i “el petit del meu cor”, juntament amb altres petits estels, ens donin la força que necessitem per tirar endavant.
    Una abraçada per tots.
    Eli i Carles

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